Cuánto dolor podría evitar

¡Señora presidenta! Doña Francisca, usted aguarde. Creo que debe entender Que estos asuntos de mando y poder No son los propios para una mujer. Los designios del hombre Son difíciles de vencer. Una señora de su posición Debe ser cuidada con devoción Por un marido digno de poner Todo un mundo a sus pies. Cuánto dolor podría evitar La vida está hecha para disfrutar... Francisca pierde la paciencia y lo encara. ¡Basta! Mire Bernardo, Haré como que no oí tanta estupidez. Supongo que es buena su intención, Pero usted se equivocó de sermón. Mejor muerta que hundida En esa mediocridad. Me queda claro por su discurso No tiene idea de quien soy De dónde vengo ni a dónde voy Que por mis sueños yo todo lo doy. Aunque sea humillada, ¡Derrotada nunca estoy!