El Misterio de Roanoke

La tierra se alzaba como un susurro de promesas olvidadas. Los colonos llegaron, buscando un nuevo amanecer, pero el silencio les aguardaba. Cada paso sobre el suelo de Roanoke resonaba En la vastedad de lo desconocido. Los árboles, testigos silenciosos, vieron partir a todos Sin dejar rastro, sin despedida. El viento trajo consigo un eco, no de voces, Sino de secretos ocultos entre sombras. La luna brillaba sobre sus hogares vacíos, y la palabra grabada en la madera: Croatoan. ¿Qué fuerza los llevó? ¿Qué destino se adueñó de sus almas? Ni las estrellas revelan el misterio que guardan los cielos. El océano frente a ellos, vasto, impenetrable, La tierra, fría e inhóspita. La historia se desvanece entre las olas del tiempo, como si nunca hubieran existido. Roanoke, tu nombre aún resuena en la oscuridad, No por lo que fuiste, sino por lo que desapareciste. Su gente se desvaneció, no en la muerte, Sino en el olvido, donde ni siquiera las leyendas pueden tocar. En el horizonte, solo el vacío. Las noches pasaron, los días se consumieron Y el misterio solo creció. Los exploradores regresaron, pero no encontraron Ni una sombra, ni un cuerpo, ni una respuesta. Solo el susurro del viento a través de las hojas Y el eco de lo que una vez fue vida. ¿Qué los llevó? ¿Una fuerza de la naturaleza, O algo más allá de lo que podemos entender? Roanoke permanece, no como un lugar, Sino como un enigma esculpido en la mente. Roanoke, más que una colonia perdida, Un símbolo de lo que el tiempo se lleva, De lo que la historia deja atrás, Envuelto en la niebla del olvido.