El zarpazo

Como un zarpazo en la noche fue tu amor envenenado, esquivar siempre tu mano, la que tanto me conoce. Yo que callé mis reproches casi al filo de la muerte, yo que olvidé por quererte los rumbos de mi razón y te puse siempre a vos por encima de mi suerte. ¿¡Cómo no tuve el valor para poderte arrancar!? ¿¡Como llegue a soportar tanto crespón en las venas!? Tanto rigor de tus manos miserables al golpear y tu voz a lacerar las heridas de mi pena. Recitado: Tantas noches que pasé a un solo ojo dormido cuando pensé que morir era mejor que aguantar, nadie me podía escuchar, nadie se quería meter, ni las pruebas de mi piel de golpe a golpe ajironadas, ni el llanto desesperado les bastó para creer. Tatuada sobre mi cuerpo tuve el furor de tu lanza, después metida en la panza otra vida sin querer, en el medio de un calvario me iba creciendo el amor que era fruto del horror, y ya no supe qué hacer. Una noche vi encendida la luz de la pieza de aquella y el instinto -que es de hembra me llevó hasta nuestra hija, ahí, entre tanta ternura, destilabas tus terrores, y sin medir los errores, como leona con su cría vacié tu reglamentaria gritando que ¡¡ni la toques!!! ¿¡Cómo es que tuve el valor para poderte arrancar!? ¡¡ya no me pude aguantar tanto crespón en las venas!! Si tus manos miserables ya no nos pueden tocar, si el infierno es el castigo, yo ya lo conozco igual.