Sombras y Despertar

Creí que el abismo era un sitio lejano, Pero un día desperté dentro de él. No caí de golpe, no hubo un estruendo, Fue un susurro, un pacto que no supe ver. Al principio, era un juego sin rostro, Una voz que decía "no hay nada que temer". Era un fuego que ardía en mis manos, Pero pronto empezó a arderme la piel. Las cadenas no siempre hacen ruido, Algunas se tejen con dulce placer, Te envuelven despacio, con manos de seda, Hasta que olvidas quién solías ser. Y el tiempo se vuelve un eco distante, La risa, un reflejo que no es de verdad. El alma se oculta detrás de los miedos, Y el cuerpo camina sin rumbo ni paz. Las sombras me hablaron con lengua de oro, Me hicieron promesas que no iban a ser, Me dieron un reino vacío y enfermo, Donde solo existía el hambre de más. Pero un día, entre el polvo y la niebla, Una chispa de luz decidió regresar. No vino de fuera, ni vino del cielo, Sino de un grito que ardía en mi ser. Comprendí que la vida no es un instante, Ni un sueño en los labios de la perdición. Que el dolor no se ahoga en copas o polvos, Sino en la fuerza de un nuevo sol. Si ahora me escuchas, te digo en silencio: Las sombras susurran, pero puedes vencer. No hay fuego tan grande que apague tu esencia, Ni noche tan larga que el alba no venza.